TEÑIDO DE SANGRE
Yo, además, he encontrado a otro amigo, Juan Ruiz, filólogo, un leganesita llegado a Beirut hace un año para aprender árabe, que ya lo habla increíblemente bien, y que cada día me sorprende expresándose con la misma perfección en un idioma distinto cada vez que habla por teléfono. Cuida mucho de sus amigos de aquí, de la gente que ha conocido, libaneses o residentes de otras nacionalidades. Es además un buen escritor, de esos que también miran. Cuando escribo esto todavía no ha encontrado el coraje necesario para irse, pero también le abruma que parezca que está dando lecciones de valor.
Si le conocieran, sabrían enseguida que sus razones para aguantar aquí –pero no todo el tiempo: ninguno de nosotros tiene vocación de mártir ni ese trasnochado valor del que se arriesga para exhibirse– son tan interesantes como él. Y tan recónditas como él.
Trabaja mucho conmigo y me ayuda mucho. Es un observador implacable que analiza todo lo que ve.
Todavía no ha pasado ningún avión ni he escuchado el estallido de un misil. Eso quiere decir que están en el sur del país, o en el norte, o en el deslumbrante valle de la Bekaa. Pero no quiero saberlo. Aquí son las 6.45 y ha amanecido por completo en este 18 de julio de 2006 de un verano teñido de sangre.(MARUJA TORRES . EL PAIS)
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