SIN PALABRAS


“Al principio, nos conmovíamos y los dejábamos pasar –cuenta Poli–. Y varias veces pasó que, cuando ya se iban, se reían y nos hacían este gesto”, el del dedo mayor que emerge obsceno. “Entonces, ya nadie les cree nada. Igual, si necesitan algo urgente del otro lado, pueden pasar caminando y venir a buscar el auto cuando termina el corte; nosotros les pedimos remises, les cuidamos el auto.”
Justo a la medianoche, sacan a la ruta maderas, fierros y pancartas. “Es una cuestión de vida o muerte. No a las papeleras.” Llegan más autos viejos y los disponen cruzando el camino. Ya hay 20, ya hay 30 asambleístas. Sacan sillas plegables, circula el mate. La noche está fresca. Varios han traído abrigos y Poli tose y vuelve a toser. Desde un auto suena una chamarrita entrerriana: “El Uruguay no es un río, es un cielo azul que pasa”.
El que canta es Miguel Martínez, “padre de una compañera del piquete”, puntualizan. “No cantes más, torcacita, que llora sangre el ceibal.”
“¿Que si hay problemas ambientales en Colón? Muchos –contesta Poli Echevarría–. En el barrio Tiro Sur hay una planta de decantación de líquidos cloacales, a cielo abierto. Es en medio del barrio, donde juegan los chiquitos. El olor es insoportable. Desde una asociación de ambientalistas de Colón habíamos pedimos que por lo menos plantaran alrededor pinos, que ayudan a que el olor vaya hacia arriba, por eso se los pone en los cementerios; pero, como salía más barato, la municipalidad puso sauces llorones y las ramas se mecen, tocan la caca.”
Hay más ejemplos: “Hace poco se hizo una carrera de natación en el río Uruguay, desde Liebig (cerca de Colón): varios participantes terminaron con diarreas y otros problemas, porque desde el lado argentino se largan aguas cloacales al río”. Y más: “En los alrededores de Colón hay muchos pozos, hechos para sacar agua, que quedaron en desuso y la gente los aprovecha como pozos negros: se están contaminando las napas; no hay inspecciones municipales y tampoco conciencia social de que eso no se puede hacer”. Y más: “El viejo camino San José está lleno de basura que tiran los vecinos. Tampoco hay separación ni recuperación de basura: hace años que se habla de una planta de reciclado pero no se hace”. Y todavía más: “Por el desarrollo desordenado del turismo, para construir se talan especies autóctonas y se están perdiendo especies de pájaros, los cardenales, las tacuaritas”.
“Hay gente que dice que, si tenemos tantos problemas, por qué no nos ocupamos de eso y no de las pasteras. Pero, si empiezan a funcionar las pasteras, por la lluvia ácida, por la poca profundidad y corriente del río, todo va a ser peor”, afirma Echevarría.
A las 12 y 25 llega un auto con dos ciudadanos brasileños. Quieren pasar a Uruguay. Se les dice que no, está cortado. Se les sugiere ir por Concordia, a 125 kilómetros.
“Uma volta muito grande”, se queja el conductor, pero termina aceptándolo. Después cae un joven con una chica en un auto nuevo, argentino. Se baja, airado: “¿quién es aquí el responsable?”. Le contestan que no hay un responsable, que es una asamblea, horizontal. “¿Quién es el vocero, entonces?” Vocero es quien, en cada momento, hable, le contestan.
El joven va hacia el puesto de Gendarmería, habla un rato con los agentes y vuelve sin haber logrado que intervengan. Se queja, ahora, de que no le hayan entregado nada, ningún panfleto donde se explique por qué están cortando la ruta. Está bien, le contestan. Buscan y le entregan un volante que dice: “Sí a la licencia social: es el derecho que deben tener los habitantes a aceptar o no la instalación de industrias que modifican compulsivamente el modelo social proyectado para la región.
El modelo social son los distintos proyectos económicos, turismo, agropecuario, lechero, apícola, ganadero, generados y desarrollados a través del tiempo por los habitantes de una región”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario