Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres.

Lo escribio un hombre español... lo encontre buscando fotos para este post...creo que una joya lo que escribe! :
"Las cifras de mujeres asesinadas a manos de sus parejas no parecen descender. Es necesario ser cautos para analizar este dato: las mujeres siguen muriendo al mismo ritmo, a pesar de todas las leyes que se quieran hacer, todos los policías que dediquen específicamente al problema y todas las ridículas campañas que se emprendan para luchar contra esta lacra. Pero tampoco debemos pensar que todas las medidas son estériles. ¿Por qué no funcionan estas acciones? Quizás porque el caso de la violencia machista (por fin una denominación más o menos adecuada) está en su canto de cisne. Ya casi todos los hombres aceptan que una mujer puede decidir cuándo se acaba una relación amorosa, qué ropa se pone y a qué horas sale y se recoge. Pero los residuos del machismo, cada vez menos, actúan como cualquier animal acorralado: echando el resto. Y me temo que seguirán muriendo mujeres hasta que el animal haya muerto, aunque dediquemos la mitad del cuerpo judicial a luchar contra ello.
Y aquí la incorrección política: la culpa es sobre todo de algunas mujeres. A menudo lo discuto con mi novia, una feminista militante, y por supuesto se enfada conmigo. Pero creo que así es. Porque una mujer no se casa con un hombre delicado, inofensivo y sensible que un día se levanta transformado en una mala bestia. No, no; el caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde puede servir como tópico literario, pero raramente se produce en el mundo real. La mujer maltratada, en un número importante de casos, se casa con un gorila sin dos dedos de frente, que responde a casi todas las situaciones de forma irreflexiva y violenta. Casi siempre la futura maltratada se muestra encantada con este comportamiento; no en vano, hace años -y aún hoy en algunos ambientes- se considera que eso es un hombre de verdad. Y un día al hombre de verdad le sirves la sopa fría, o no le has puesto suficiente suavizante a sus calzoncillos, o le respondes de mala manera, y te calza una hostia que te vuelve la cara del revés. El hombre no ha cambiado, lo que ha pasado es que ahora la hombría mal entendida se descarga contra la mujer, en lugar de contra el empleado de banca que no lo atiende como quiere o el árbitro de fútbol.
Lamento muchísimo decir esto, pero algún resorte psicológico o educativo en el cerebro de muchas mujeres hace que la violencia les sea tremendamente atractiva. Podemos ir al canon de belleza por excelencia: la mujer ha de tener grandes pechos y caderas, para demostrar que puede criar muchos hijos; el hombre ha de ser alto y tener fuertes músculos, para defender de forma agresiva (¿o para qué sirven los músculos?) a cualquier ataque, o para ir a cazar como un perfecto y sano australopithecus. Este argumento, de todas maneras, es un poco enclenque, puesto que debería primar el instinto de conservación sobre el instinto de elegir una pareja con potencial violento, pero es que no sé de qué otro modo enfocar el problema.
Todos sabemos que la mayor parte de las mujeres que mueren a manos de sus parejas han denunciado antes muchas veces su situación, y es verdad que a menudo la ley no funciona: eso es culpa de todos, de los políticos y de quienes les votamos, y hemos de aceptar nuestra responsabilidad. Pero un importantísimo porcentaje de mujeres asesinadas son aquellas que han retirado la denuncia contra sus asesinos, con la esperanza de que algún día tiene que cambiar. Y ese día nunca llega, y el australopithecus se carga a la mujer, y en la cárcel vamos a entrevistarlo y dice “una y mil veces que naciera otra vez, volvería a hacerlo”. Como en la famosa fábula, es muy difícil que el escorpión deje de ser escorpión.
¿Que si tengo una solución? Claro que sí. Aislamiento social, y sobre todo, aislamiento romántico. Es decir: que ninguna mujer se sienta atraída por ese tipo de energúmenos. Cuando ninguna chica moje sus bragas -y perdón por la expresión- al ver a su novio partirle la cara al chaval que le acaba de tirar el cubata encima; cuando el bruto vea que las mujeres miran esa violencia con desprecio, y no con admiración; cuando el violento vea que su actitud antediluviana no es respetada por nadie, sino despreciada por todos, y sobre todo por todas, al animal moribundo sólo le quedarán dos salidas: evolucionar y convertirse en un homo sapiens, o desaparecer, como el australopithecus. Y entonces, se acabó la violencia machista. Muerto el perro, se acabó la rabia.
Nota: sé que estrictamente el austrolapiteco no desapareció, sino que evolucionó y dio origen al género homo (es decir, a nuestros antepasados). Estoy convencido de que me perdonaréis esta licencia poética."Elías, desde Melilla, España.
fuente:
La Lengua
Ars longa, vita brevis



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