Diarios
No es la primera vez en la historia de los últimos setenta años que intelectuales peronistas juzgan quién es verdaderamente de izquierda y quién es de derecha en la Argentina. Carlos Altamirano recuerda que el tema del divorcio entre las elites culturales y el pueblo es todavía más viejo y que fueron los nacionalistas de los años treinta los que denunciaron a quienes, en palabras de Ramón Doll, fueron responsables de que "nuestra cultura haya vivido siempre desasida, desprendida del país". El nacionalismo reaccionario transformó a la pequeña burguesía ilustrada en objeto de su desprecio o en explicación de un prolongado desencuentro con la nación. Pero la condena de los intelectuales por cosmopolitas e incapaces de comprender la fuerza transformadora del pueblo realmente existente también es ejercida por quienes llegaron al nacionalismo desde el marxismo o el trotskismo.
En 1960, Juan José Hernández Arregui publicó un libro denso y muy citado en los años que siguieron, La formación de la conciencia nacional . El título designaba el proceso secular durante el cual las masas criollas fueron expropiadas por la oligarquía terrateniente, el imperialismo británico y los hijos de la inmigración que despreciaban la cultura y el territorio donde habían prosperado. Sólo la llegada del peronismo, en 1945, habría permitido que una conciencia nacional en ciernes comenzara su largo camino aunque atada a los límites que el mismo Perón impuso a su movimiento.
En el país de los fiscales ideológicos
En 1960, Juan José Hernández Arregui publicó un libro denso y muy citado en los años que siguieron, La formación de la conciencia nacional . El título designaba el proceso secular durante el cual las masas criollas fueron expropiadas por la oligarquía terrateniente, el imperialismo británico y los hijos de la inmigración que despreciaban la cultura y el territorio donde habían prosperado. Sólo la llegada del peronismo, en 1945, habría permitido que una conciencia nacional en ciernes comenzara su largo camino aunque atada a los límites que el mismo Perón impuso a su movimiento.
En el país de los fiscales ideológicos
–¿Qué les dijo?
–Que estábamos en guerra y que había que rebajarse al nivel de los subversivos para poder combatirlos. Ahí empiezan a involucrar a todos.
–¿A todos?
–A mí no me tocó, no sé por qué –responde. El hijo que lo acompaña escucha casi sin respirar–. “Muchos quedaron locos”, continúa. “¿Te acordás del que salía a correr desnudo?”, le pregunta al hijo, que sigue en silencio. “Creo que se suicidó. Otro quedó mudo”, agrega.
–¿Por qué había sangre?
–Les pegaban con una estaca de hierro en la cabeza. Me lo contó un muchacho que después gritaba cuando dormía, un mecánico que era soltero y vivía en Ezeiza.
–Que estábamos en guerra y que había que rebajarse al nivel de los subversivos para poder combatirlos. Ahí empiezan a involucrar a todos.
–¿A todos?
–A mí no me tocó, no sé por qué –responde. El hijo que lo acompaña escucha casi sin respirar–. “Muchos quedaron locos”, continúa. “¿Te acordás del que salía a correr desnudo?”, le pregunta al hijo, que sigue en silencio. “Creo que se suicidó. Otro quedó mudo”, agrega.
–¿Por qué había sangre?
–Les pegaban con una estaca de hierro en la cabeza. Me lo contó un muchacho que después gritaba cuando dormía, un mecánico que era soltero y vivía en Ezeiza.
MUSEO DEL HORROR
Página12
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