Mahjul



“Cuidad de mis hijos porque, aunque yo muera, ellos son las semillas del califato”, fueron las palabras que una yihadista dirigió a la enfermera jefe. Lo hizo señalando las cunas en las que 75 niños nacidos de yihadistas del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas en inglés) luchan por sobrevivir en un hospital kurdo del noreste de Siria.

Son los bebés nacidos en el reducto del califato, el poblacho de Baguz donde tuvo lugar la última batalla librada contra el ISIS por las milicias kurdo-árabes, en el desierto sirio y fronterizo con Irak.

Han sido evacuados desde los campos de desplazados del ISIS donde están ahora sus madres, mujeres procedentes de todo el mundo que respondieron a la llamada del líder del nuevo territorio, Abubaker al Bagdadi, para que poblaran el nuevo territorio.

 Algunos son huérfanos.

Casi ninguno de estos bebés tiene más de tres años; todos aparentan tener pocos meses. Estigmatizados por ser descendientes del ISIS, su mera existencia plantea un reto para los países de origen de sus padres. Algunos han decidido retirar la ciudadanía a sus progenitores por pertenecer a una organización terrorista. Otros permiten el retorno, pero no se hacen cargo de unos niños que, desde las cunas, no emanan proclamas yihadistas sino roncas respiraciones, sonoras toses y escalofriantes llantos de desesperanza y abandono
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Minúsculos brazaletes azules o rosas identifican el sexo de los bebés y en ellos garabatean sus nombres. En la cuna número 15, tan solo se lee mahjul, desconocido en árabe. “Hay al menos una veintena de huérfanos en las dos salas”, calcula Maya. El bebé sin nombre es el único que logra esbozar una sonrisa."

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