Huracán y Racing

Los clásicos se ganan. Y, si se pueden, se juegan bien. Huracán puede dar fe. Superó con angustia a San Lorenzo, algo que no sucedía desde 2001, trepó a la segunda posición y depende de sí mismo para ser campeón. Cuando quedan dos fechas para el final del Clausura, el equipo de Cappa se puso a un punto del líder Vélez, al que enfrentará en la última jornada. Paolo Goltz, la figura de la cancha, convirtió el único tanto en la Bombonera. No fue el clásico que se esperaba. Porque a Huracán le costó más de la cuenta manejar la pelota. Porque predominó la fricción. Y porque Pastore y Defederico fueron vigilados con cautela por los jugadores azulgranas. Encima como el venezolano González comenzó el partido desde el banco, Toranzo se ubicó sobre la izquierda y no se lo vio cómodo. Por eso en los primeros minutos fue San Lorenzo el que impuso condiciones y llegó con tiros de Gómez y Solari que el seguro Monzón controló sin inconvenientes. Cuando las atrevidos Pastore y Defederico comenzaron a aparecer, todo se emparejó. Entonces, el dominio fue más equilibrado y creció Huracán. Defederico eludió a dos y probó con un zurdazo que Navarro rechazó hacia un costado a los 14 minutos. Poco. Poquito. Porque recién el avispero se sacudió a los 33 cuando Silvera se estiró en la puerta del área chica y no pudo mandar a la red el centro al ras de Bergessio. El Cuqui se maldijo por no calzar un número más. La pelota le pasó a centímetros cuando estaba frente al arco. Y, cómo no podía ser de otro modo, el partido se abrió con una pelota parada. Por un tiro de esquina que llegó desde la izquierda y Goltz cabeceó en soledad tras ganarle la posición a Voboril. La pelota murió en el fondo de la red ante el estatismo de la defensa azulgrana y la sorpresa de Navarro. Fue grito y desahogo de frente a las dos tribunas que colmaron los hinchas quemeros. San Lorenzo tuvo sus posibilidades para empatar. Bergessio fue puro egoísmo en la última del primer tiempo y desvió su tiro de zurda cuando Adrián González estaba mejor perfilado. También Bottinelli, tras un centro y en soledad, cabeceó una masita a las manos de Monzón. Y, en la más clara, Silvera giró entre los dos centrales y metió un hermoso remate en el poste. Pero en los clásicos los goles no se merecen, se hacen. Pero Huracán lo aguantó. No se desesperó. Bolatti recuperó muchas pelotas en el medio, y Goltz se recibió de ídolo. Esta vez le alcanzó para pasar la prueba de fuego sin el brillo de sus atacantes. En la próxima fecha se las verá con Arsenal, el verdugo de Lanús. Y en la última se medirá con Vélez, hoy líder. Dos fechas para concretar un sueño que está atragantado desde 1973.


Avellaneda se vistió de fiesta, como pocas veces en los últimos tiempos. Racing, el equipo de las sorpresas de Ricardo Caruso Lombardi, le dio un nuevo golpe a Boca y lo goleó por 3-0. Además, quedó muy cerca de salvarse de la Promoción. Así que un domingo perfecto para toda la Academia.

El día no había empezado bien para Racing, porque Pablo Lugüercio y Matías Martínez se levantaron con fiebre y no podían jugar. Por eso, Lucas Castromán, uno de los héroes en el Cilindro, y Brian Lluy empezaron como titulares. El primer tiempo arrancó movido, de ida y vuelta. Juan Román Riquelme estaba muy participativo y cada vez que tenía un metro probaba desde afuera del área. También Nicolás Gaitán exigía a los defensores rivales, y Pablo Migliore le tapó una pelota espectacular que podría haber sido la apertura del marcador. Los de Caruso se animaban, sobretodo con los movimientos de Adrián Lucero.

Sin embargo, todo lo que se había insinuado se disipó rápido y el clásico entró en una meseta. ¿Lo más emocionante? Un tiro libre de Franco Sosa que era un golazo, pero claramente el árbitro Gustavo Bassi había levantado la mano para indicar que era indirecto. No mucho más.

Pero en el segundo tiempo, la historia fue muy distinta. En un arco, Migliore se convertía de a poco en figura, ahogándole el grito una y otra vez a Boca, su ex club. Las oportunidades que tuvo el conjunto que todavía dirige Carlos Ischia, las desperdició. En cambio, Racing no perdonó. Castromán tomó el protagonismo. Y en dos minutos, cambió la historia del partido. Primero, el también ex Xeneize apareció de la nada para tomar un rebote en la puerta del área y superar a Roberto Abbondanzieri para el 1-0. En el festejo, le pidió perdón a los hinchas. A la jugada siguiente, el árbitro le mostró la segunda amarilla a Battaglia y dejó a Boca con diez.

Todo pasó a ser del Racing de Caruso. Yacob robó la pelota en el mediocampo, con falta, y empezó a correr otra vez Castromán. Cae al piso por la marca, y la pelota le quedó en los pies a Franco Zuculini, que definió como si fuese un delantero para otro gol y el delirio de la gente en Avellaneda. Increíble, pero real. Y para ya cerrar una actuación espectacular, apareció Sebastián Grazzini, quien había reemplazado a Castromán unos minutos antes, con una apilada y magia pura para sentenciar el 3-0.

Avellaneda fue una fiesta. En 27 minutos, lo liquidaba a Boca y quedaba a un pasito de zafar de todo. El fantasma del descenso y la promoción, que tanto estuvo en la cabeza de los hinchas en el último tiempo, ya parece haber pasado. En la cancha, el equipo tuvo una ráfaga perfecta y festejó a lo grande. Por el lado de Boca, una frustración más. Perdieron el rumbo, que quizás se retoma con la llegada de un nuevo técnico, que por el momento será Basile. Racing fue pura alegría y Boca, tristeza.

publicó Clarin


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